A pesar de interrumpir a la gente que cómodamente quería seguir cenando y conversando tirandoles una energía violenta de música e ideas, nos acogieron de maravilla.
Hace tiempo que no se disfruta estar en un lugar donde a uno lo inviten a pasarla bien. Y aunque nadie jamás lea esto, muchas gracias a todos los que se pasaron ayer por Le Bar, gracias a los chicos de Le Bar que son unos divinos de la vida y sorry a todos uds por este post tan grasa y sentimentalote.